Joven profesional con trabajo estable, filantrópico, con nómina decente aunque siempre mejorable busca vivienda. A secas. Una vivienda estándar, con sus ventanas y sus puertas, localizada en algún rinconcito de alguna calle dónde no haya prostíbulos a quinientos metros si es posible y dónde no tenga que apearme en el andén 4 del AVE para comprar el pan.
Éste mismo que escribe, acumula una experiencia en vuelo de más de 1.350 horas transcurridas en la búsqueda, visita y persecución de apartamentos y pisos tanto en alquiler como en compra y por ello me considero apto para legítimamente poder escribir sobre el tormento del españolito medio que supone la compra de un inmueble.
Al pensar en la compra de un inmueble pensamos en “el título”. Y éste título reza: Idealista, hay chollos pero tienes que buscarlos. Pocas veces he estado frente a un eslogan más sincero que este. Quizá un departamento de marketing dopado con el suero de la verdad lo habría dejado así;
Idealista, hay chollos pero tienes que buscarlos, encontrarlos antes que nadie y que te queden huevos para conseguir un crédito.
Suelo radiante, tarima flotante, entreplanta con altura de segundo, paredes sin tabique, orientaciones oeste y otros términos del tan respetable sector inmobiliario se tienen que convertir en tu día a día si quieres competir en la carrera por la compra. Porque uno se pone manos a la obra en la búsqueda y podría afirmar que está en el mismísimo Oriente medio rodeado de jeques que pujan por el pura sangre del momento. Quién dijo crisis?
What the f***? Pero si pusieron el anuncio esta mañana. Al mismo tiempo pones La Sexta y el Gran Wyoming te comenta entre chistes que España no se recupera de la recesión y que ha bajado la confianza de los mercados subiendo la prima de riesgo. En ese momento te ves jugando en tu cabeza a la herencia de la tía Agatha para descubrir quién tiró la lámpara del salón y te coló el cuento de que aquí no se mueve ni un euro.
Comprar una casa es un deporte de ricos, pero deben ser ricos secretos. Debe de haber alguna liga de tapadillo a la que por cuestiones obvias no he sido invitado y ahí están los tíos, repartiéndose Fuente del Berro como si fuese un queso gruyere y alquilándoselo a tiparracos como yo que, sin poder contar con ayuda familiar (ni extranjera), quizá algún día consiga comprarme un ático sin ascensor en Lavapiés y compartirlo con una familia de alguna etnia desconocida para poder satisfacer el importe de la hipoteca.
Sea como fuere, siempre nos quedará el consuelo de que hay fuentes fiables y desinteresadas de financiación gratuita y del todo fiable. Por citar los mejores, el Real Banco del Euromillón o Caixa Primitiva.
Qué la suerte os acompañe.